Los visionarios de la inteligencia artificial y los pragmáticos de botas embarradas deben unir fuerzas para desarrollar tecnologías de próxima generación que beneficien a la humanidad y aborden problemas éticos y prácticos.
Los pensadores en inteligencia artificial parecen dividirse en dos comunidades. Por un lado, están los visionarios de cielo azul, quienes especulan sobre las futuras posibilidades de la tecnología, generando entusiasmo con ideas utópicas. Sin embargo, estas ideas a menudo se ven nubladas por visiones poco realistas y desafíos éticos sobre lo que puede y debe construirse.
Por otro lado, están los pragmáticos de botas embarradas, quienes se enfocan en resolver problemas y encontrar soluciones. Buscan reducir los daños que pueden generar los sistemas de inteligencia artificial ampliamente utilizados, como los sistemas de reconocimiento facial que a menudo identifican erróneamente a las personas o violan la privacidad. El objetivo de los pragmáticos es mejorar las decisiones basadas en IA en áreas como préstamos hipotecarios, admisiones universitarias, contratación laboral y concesión de libertad condicional.
Como profesor de ciencias de la computación con una larga trayectoria en el diseño de aplicaciones innovadoras ampliamente implementadas, creo que los visionarios de cielo azul se beneficiarían al escuchar los mensajes reflexivos de los realistas de botas embarradas. Combinar el trabajo de ambos grupos es más probable que produzca resultados beneficiosos que lleven al desarrollo de tecnologías de próxima generación exitosas. Si los pensadores de cielo azul integran las preocupaciones de los realistas de botas embarradas en sus diseños, pueden crear tecnologías futuras que sean más propensas a promover los valores, derechos y dignidad humanos.